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El monumento de Stonehenge, de fines del neolítico, puede representar un mensaje del cambio de conciencia participativa que el moderno ser humano ha perdido en la historia y que debe volver a recobrar el alma perdida en el proceso evolutivo o involutivo. Se pretende presentar la hipótesis, no solamente de que el mundo de la complejidad es parte de la naturaleza, sino que el “hombre primitivo”, nuestro ancestro de hace 30.000 años, ya utilizaba conscientemente la práctica del pensamiento complejo y este proceso contribuyó a acelerar el proceso evolutivo (o involutivo) de nuestra especie.